Tomamos unas cervezas para aplacar el calor vespertino de los primeros días de septiembre mientras esperamos a que Óscar y Fátima hagan su entrada estelar en el salón de bodas, una vez cumplido con el rito de la sesión fotográfica que sigue a cualquier enlace nupcial. De repente, animados por el alcohol de la rubia bebida, surge la idea de montar un viaje para visitar Praga, una de las ciudades centroeuropeas con más encanto turístico y cultural aparte de una ser poseedora de una fama bien ganada por la calidad de sus cervezas; las fecha elegida, el mes de febrero.
Isabel, que trabaja hace dos años en la capital checa, nos anima a que vayamos a verla y de paso hagamos un poco de turismo. Algunos de los presentes ya conocíamos el destino de anteriores ocasiones, otros desean contar con Praga entre sus ciudades visitadas. Muchos son los que en un principio se interesan por el viaje pero al final la expedición la componemos ocho personas; Marta, Javier, Rubén, May, Óscar, Fátima, Alberto y Miguel Ángel. En Praga nos esperan Isabel y Matt, para compartir algunos momentos y etapas del viaje con el resto.
Lo que en un principio se plantea como una escapada de tres o cuatro días para que algunos tengan una primera toma de contacto con Praga y otros recuerden visitas precedentes, se convierte en un viaje de una semana completa, tiempo más que de sobra para recorrer a fondo el destino. Y ya que estamos allí, las proposiciones surgen y finalmente decidimos extender nuestras ansias de conocimiento y ampliamos objetivos con dos propuestas adicionales. Por un lado, queremos dejarnos atrapar por la atmósfera claustrofóbica que destila la visita a la población de Terezín, especialmente conocida por el campo de concentración alemán Theresienstadt instalado en ella durante la Segunda Guerra Mundial (a 60 Km. de distancia de Praga). La otra elección resulta más colorida y pasa por una excursión de fin de semana, coincidente con los carnavales, a la localidad de Český Krumlov, la perla de la región de la Bohemia Meridional (a sólo 180 Km. de Praga).
Además de lo comentado tenemos en mente realizar un par de actividades extra en la capital, aparte de las consabidas e imprescindibles visitas a monumentos, enclaves y emplazamientos con mayor encanto y peso histórico. Una de ellas es asistir a la representación del ballet “El lago de los Cisnes” por una compañía rusa en el Teatro Nacional, edifico colosal e imponente ubicado a orillas del río Moldava que fluye por la ciudad. Y como contrapunto a lo anterior, presenciar en vivo un partido de hockey hielo -un deporte con mucho adepto en la República Checa- dentro del complejo deportivo del Tesla Arena.
Con estas premisas nos ponemos a organizar el viaje y todo lo referente a desplazamientos, hoteles, entradas, tickets y reservas. Ya sólo es cuestión de planificar y esperar a que lleguen las fechas señaladas en nuestro calendario particular.
Si uno ha organizado alguna vez un viaje por su cuenta sabe que los principales factores a considerar son la planificación y la antelación con la que se han de realizar las reservas. La planificación resulta determinante porque es la mejor opción para saber lo que podemos ver o hacer en el destino y en función del tiempo disponible y las prioridades e inquietudes que nos mueven poder establecer un planning acorde a nuestras intenciones. Y por otro lado la antelación se antoja imprescindible por dos motivos fundamentales: evitar quedarse sin entradas, billetes, tickets y sobre todo conseguir unos mejores precios.
La ventaja más relevante a la hora de planificar la visita a la República Checa en nuestro caso es que algunos ya hemos estado previamente, y por lo tanto conocemos lo que nos vamos a encontrar, y también que Isabel reside allí por lo que algunas gestiones nos las puede facilitar aunque todas (salvo quizás comprar las entradas para el hockey hielo por encontrarse la web en checo) pueden realizarse vía internet.
Al visitar cualquier destino lo primero que hay que saber es lo que ese destino puede ofrecernos y lo que nos interesa conocer de él. En base a eso sabremos el tiempo que necesitamos para realizar todo lo que tenemos en mente con holgura y sin necesidad de pasarnos las vacaciones corriendo en contra del reloj para poder ver más sitios. La esencia del viajero es disfrutar de la estancia en las ciudades o países que se visitan, para conocerlos y observar el estilo de vida en ellos, y esto es claramente contrario al principal objetivo de muchos turistas que en la mayor parte de los casos se resume a hacer muescas en la maleta con los emplazamientos, monumentos y museos visitados.
Por lo tanto y teniendo claro lo expuesto anteriormente, planificamos el viaje de 7 días repartidos entre Praga, Terezín y Český Krumlov lo que nos lleva a realizar una serie de trámites antes de montarnos en el avión.
Vuelos internacionales
A pesar de viajar en una temporada supuestamente baja (mes de febrero) compramos los billetes de avión con bastante antelación, allá por el mes de septiembre. Volamos con la compañía lowcost WIZZAIR, cuya sede está en Hungría (http://wizzair.com/) y el precio por persona para el vuelo directo Madrid-Praga es de 92 €. Este precio es el definitivo con todos los gastos incluidos, facturando una maleta (peso máximo de 32 Kg.) por cada dos personas.
Pasaporte
No resulta necesario puesto que la República Checa es país miembro de la UE, por lo tanto el Documento Nacional de Identidad (DNI español) es más que suficiente en el aeropuerto de Praga como acreditación de la identidad de la persona.
Tarjeta Sanitaria Europea
La Tarjeta Sanitaria Europea certifica el derecho que tiene el titular a ser tratado en igualdad de condiciones que los ciudadanos del país que visita en todos los centros sanitarios públicos (en países de la UE y en países del espacio económico europeo). Los trámites son muy sencillos pudiendo solicitarla online y recibiéndola por correo ordinario en el propio domicilio en apenas unos días.
El transporte urbano en Praga funciona de manera muy eficiente y existe posibilidad de desplazarse desde el aeropuerto Ruzyně al centro con una combinación de bus y metro; se puede tomar el autobús 119 que sale de la terminal 1 y 2 del aeropuerto y llegan a Dejvická, desde donde se puede enlazar con la línea A de Metro.
Debido a la tardía hora de llegada de nuestro vuelo y para evitar andar justos de tiempo con el cierre del servicio de metro (se clausura a las 00.00) preferimos reservar un transfer privado en minivan (8 personas) que nos llevará directamente a la puerta de nuestro hotel. La reserva se realiza por internet en la siguiente dirección: http://www.aeropuertopraga.es. Elegimos pagar en efectivo al conductor una vez realizado el servicio, el coste del mismo asciende a 780 CZK lo que al cambio son aproximadamente 31 € - 3,9 € por persona.
Siempre es recomendable estar familiarizado con el aeropuerto al que se llega y conocer los puntos del mismo dónde poder tomar un taxi, un autobús o dónde encontrar la zona de información.
Hoteles
La oferta hotelera de Praga es extensísima ya que se trata de una ciudad eminentemente turística. Es posible alojarse por precios muy económicos en distritos alejados del centro histórico pero tiene el inconveniente de que es preciso el transporte público para poder desplazarse hasta él. Una de las mejores formas de localizar hoteles, ubicaciones y posibles ofertas es la web de Trivago:
En Praga buscamos algo céntrico que nos permita pasear por los lugares más emblemáticos de la ciudad a cualquier hora y sin la necesidad de tomar metro, autobús o tranvía así que al final nos decantamos por el hotel Melantrich (https://www.hotel-melantrich.info/), situado al lado de la estación de metro de Můstek y a escasos minutos andando de los puntos más importantes de la ciudad. Nos alojaremos en él a la llegada a Praga (3 noches) y después de nuestra vuelta de Český Krumlov (otras 2 noches); el precio que pagamos por habitación doble –desayuno buffet incluido- y por noche es de 37 €, todo ello reservando con un par de meses de antelación.
La Pensión Merlín (http://www.hostelmerlin.com/en) es el lugar elegido como alojamiento en Český Krumlov; se trata de una casa con cinco habitaciones dobles (cada una con su baño privado) que serán ocupadas en su totalidad por nosotros y una cocina a nuestra disposición en la que prepararnos el desayuno, si nos apetece. La reserva de las dos noches de estancia la hacemos a través de la propia web de la pensión y el precio de la habitación doble con baño privado es de 26 € por noche.
Autobuses
Para los desplazamientos a Český Krumlov y Terezín el medio de transporte elegido es el autobús, las distancias son cortas, las frecuencias de paso relativamente altas y el servicio en general resulta más que aceptable.
Český Krumlov. Compramos los billetes directamente y con casi dos meses de antelación en la web de Student Agency (http://bustickets.studentagency.eu/). El precio, ida y vuelta, es de 14,50 €. Los autobuses parten de la estación deNa Knížecí (metro Anděl, línea amarilla).
Terezín. Solamente adquirimos el billete de ida con antelación ya que desconocemos con precisión el tiempo que nos llevará la visita y no queremos dejar la vuelta cerrada por este motivo. Los adquirimos a través de la web http://jizdnirady.idnes.cz/autobusy/odjezdy/ por un importe de 103 CZK – 3,99 € (sólo ida), los billetes se ponen a la venta dos semanas antes de la fecha del desplazamiento. Los autobuses parten de la estación de Nádraží Holešovice (metro Nádraží Holešovice, línea roja).
Actividades en Praga
Praga ofrece una oferta amplísima en lo que a cultura se refiere con la posibilidad de asistir a representaciones de ópera, teatro o ballet en escenarios únicos e imbuidos de una atmósfera bohemia que mantienen intacta desde hace siglos. Aprovechando que durante nuestra estancia se representa el ballet “El lago de los Cisnes” por una compañía rusa en el Teatro Nacional, Isabel (que reside en Praga) compra las entradas directamente en la taquilla por un precio de 320 CZK – 12,50 €. También se pueden obtener online a través de la siguiente web http://www.ticketsbti.cz/WBS/ang/
Por otro lado el hockey hielo es el deporte nacional en la República Checa y existen dos equipos que juegan en la capital del país; en el complejo deportivo Tesla Arena el HC Sparta Praha celebra sus partidos y la web del equipo es la siguiente: http://www.hcsparta.cz/ De nuevo aprovechamos la residencia de Isabel en Praga para que adquiera las entradas a un precio de 115 CZK – 4,60 euros.
Dinero
La moneda de curso legal en la República Checa es la corona (CZK-Czech Koruna, el cambio aproximado es de 1 € = 25 CZK). Nos manejaremos con dinero en metálico obtenido directamente en cajeros automáticos (en la terminal del aeropuerto de Praga-Ruzyně existen varios) y en algunos casos pagaremos con tarjeta, siempre y cuando no conlleve comisión ya que en estas operaciones se aplica el cambio de divisas del momento. Si la tarjeta de débito a emplear cuenta con comisiones bajas por retirada de efectivo en cajeros de países extranjeros puede ser la opción más beneficiosa para obtener moneda nacional y se puede combinar con la alternativa de las oficinas de cambio.
Viajar a la República Checa durante los meses invernales es sinónimo (salvo raras excepciones) de frío y muy probablemente de nieve, aspecto este que no debe desalentar al viajero puesto que poder observar la capital y el resto de paisajes cubiertos por un blanco manto puede resultar muy fotogénico.
Lo que se antoja imprescindible para viajar en estas fechas es la ropa de abrigo (térmica, si se es muy friolero) y un buen calzado que nos evite el agua, la nieve y el intenso frío en los pies. Y por supuesto no deben faltar en nuestra maleta los guantes, los gorros, las bufandas y cualquier otra cosa que estimemos necesaria para luchar contra las bajas temperaturas.
Transporte en Praga
Praga es una ciudad para recorrer a pie y empapar los sentidos con las sensaciones que destilan y rezuman todos los recovecos de sus calles, plazas, edificios, monumentos…
No obstante el transporte en la ciudad es rápido, efectivo y dinámico y las tres líneas de metro, más los innumerables tranvías y autobuses, tejen una tela de araña más que suficiente si precisamos desplazarnos de manera ágil y veloz. En el siguiente cuadro se da un resumen de los distintos tipos de billetes que podremos adquirir y las prestaciones de los mismos.
Para buscar cualquier información referente a los medios de transporte públicos en Praga lo mejor es dirigirse al siguiente enlace: http://www.dpp.cz/en/
Importante: No existen torniquetes cerrados en los accesos a las estaciones de metro, se valida el ticket en las máquinas dispuestas en las entradas. Por ahorrarse unos euros no merece la pena jugársela a acceder sin billete, las multas son cuantiosas y los revisores frecuentes, además de que tienen especial “interés” en chequear los billetes de los foráneos.
Las frecuencias de paso y las horas de paso de las líneas en funcionamiento de transporte público (tranvía y autobuses) varían entre el horario nocturno y diurno.
Actividades
Una buena recomendación es llevar en la mochila una guía de viaje que nos sirva como hilo argumental y narrativo para conocer los enclaves más característicos e importantes de la ciudad, así como aspectos trascendentales de la historia de aquello que visitemos.
No obstante, existe un centro de información turística ubicado justo al lado de la torre del reloj que facilita documentos, folletos y mapas de la ciudad así como del transporte público. Si no se tiene una idea clara de lo que ver acercarse por allí es algo más que recomendable.
Hoteles
Enlazando con el punto anterior, una de las actividades más reconfortantes que se puede hacer en Praga es pasear y deleitar los sentidos con todo lo que nos rodea, como si nos estuviéramos transportando varios siglos atrás. Esto es motivo más que suficiente para reservar hotel en el centro histórico o muy cerca de él (salvo que se tengan razones ineludibles que nos obliguen a elegir otra ubicación para nuestro alojamiento). La mayor parte de los hoteles ofrecen un desayuno tipo buffet con variedad más que suficiente para saciar a todo tipo de públicos.
Vocabulario Por cortesía y porque nos puede sacar de algún apuro, conviene aprender las palabras básicas del checo.
Gastronomía
El clima de la región marca las directrices de su cocina y abundan los platos contundentes y bastante especiados. Los menús diarios, servidos en restaurantes y cervecerías consisten en una sopa caliente de primero (la agradeceremos en época invernal) y un plato principal de segundo (carne de cualquier tipo acompañada de su guarnición). Y todo ello regado con cerveza.
Si uno es aficionado a la cerveza Praga es un lugar magnífico para degustar algunas de las mejores y con más renombre en el mundo. Existen multitud de cervecerías que fabrican y fermentan su propia cerveza para venta al público por lo que las variedades existentes son casi infinitas: rubias, tostadas, negras, filtradas, sin pasteurizar…
Como en cualquier otro lugar lo recomendable es huir de los sitios más turísticos y buscar los frecuentados por checos, eso será señal de que los precios no estarán inflados y se disfrutará de comida auténtica del lugar. En cuanto a la cerveza, hay que saber que al pedirla siempre servirán por defecto una jarra de medio litro. ¡Qué maravilla!
Precios orientativos de algunas cosas
Con toda la cautela que tiene dar precios por las oscilaciones que pueden sufrir de un local a otro se pueden dar los siguientes de manera orientativa:
-Cerveza de 0,5 litros. 28-36 CZK (1,10-1,40 euros)
-Billete sencillo reducido para uso en transporte público con limitación de 30 minutos. 24 CZK (1,00 euro)
Presupuesto
No está de más contar con un presupuesto aproximado de lo que tenemos en mente gastarnos a lo largo del viaje para evitar posibles sorpresas. En nuestro caso contábamos con una estimación previa que apenas se desvió de las previsiones realizadas de antemano.
Entre las cosas más tediosas a la hora de organizar un viaje figura, sin ningún género de dudas, la logística del desplazamiento al aeropuerto. Esta vez conseguimos engañar a un par de familiares que nos trasladan en vehículo particular hasta la Terminal 1 del aeropuerto de Barajas. El tráfico en Madrid es imprevisible por lo que nos personamos con suficiente antelación para realizar la facturación, que se convierte en un trámite fugaz y que apenas nos lleva dos minutos. Volar con compañías lowcost, como es el caso de WIZZAIR, supone que se paga por maleta facturada y en el caso de este compañía con un peso máximo de 32 kilos. Contábamos con este detalle por lo que compramos los billetes con un bulto para cada dos personas con el objeto de reducir costes y habiendo hecho esa misma semana la facturación online y la impresión de las tarjetas de embarque con antelación ya que en caso contrario te cobran 10 euros si las sacas directamente en mostrador.
Rellenamos el tiempo tomando un café y unos bocatas traídos desde casa en uno de los bares situados antes de los arcos de seguridad que hace ya algunos meses cuentan con controles más estrictos que nos obligan a descalzarnos. El vuelo parte con 20 minutos de retraso y tiene una duración estimada de 3 horas y 10 minutos. El interior del avión es moderno y funcional aunque la estrechez de los asientos es manifiesta, menos mal que el vuelo no es de muy larga duración.
Sobre las 00.05 aterrizamos en el aeropuerto de Ruzyně en la capital de la República Checa y un autobús de transporte nos acerca a la terminal, en el trayecto podemos constatar dos circunstancias: el frío se deja notar pero no es tan extremo como algunos esperaban y hay restos de nieve sobre el pavimento y campos cercanos. El aeropuerto está casi desierto a estas horas por lo que recoger el equipaje resulta muy ágil. En el vestíbulo de llegadas nos espera el conductor de la empresa con la que tenemos contratado el traslado hasta al hotel ya que en estos horarios el transporte público está muy limitado. Le pedimos que nos espere mientras retiramos efectivo de los cajeros automáticos ubicados en el propio vestíbulo. En menos de dos minutos hemos cargado los bultos en la minivan y arrancamos hacia el centro de la ciudad.
El trayecto es fluido, a estas horas no hay tráfico y departimos en inglés con nuestro conductor sobre temas diversos, uno de ellos las temperaturas. La semana pasada los termómetros llegaron a marcar 15 grados bajo cero, miramos el display electrónico del salpicadero de la minivan y comprobamos que la temperatura ambiente actual es de menos 2 grados, nada anormal para las fechas del año en las que estamos, pleno invierno.
A estas horas la iluminación de los principales edificios de Praga se encuentra apagada por lo que resulta imposible contemplar la grandiosidad de alguno de ellos aunque el castillo recorta visiblemente su silueta sobre la noche praguense, en lo alto de la colina. La minivan nos deja en la propia puerta del Hotel Melantrich (ver capítulo Preparativos antes del Viaje), a estas horas no hay problemas para circular incluso por zonas que habitualmente son peatonales.
Después de dejar una propina al conductor por su buen servicio procedemos a localizar la entrada al hotel cuya recepción funciona las 24 horas y a la que se accede desde el portal de un bloque de viviendas por lo que nos toca cargar las maletas y bolsos unos cuantos escalones. Una vez cumplimentados los formularios de entrada y de repartirnos las habitaciones sólo nos queda irnos a descansar aunque previamente fijamos la hora de salida del día siguiente: las 09.30 de la mañana.
Debido a la tardía hora de llegada del día anterior dejamos un poco de margen en esta primera jornada para que la gente descanse y establecemos las 09.30 como hora para salir del hotel e iniciar la visita a la ciudad. No obstante, queda patente que muchos de nosotros somos de poco dormir y nos encontramos antes de las 08.00 en el desayuno que es servido en un pequeño espacio habilitado en la zona próxima a recepción, de tal manera que algunas mesas se ubican frente a ella.
El desayuno resulta lo suficientemente variado como para no aburrirse de él durante las fechas en que nos alojemos en el hotel y permite tomar fruta, algo de verdura, alimentos calientes (salchichas, patatas, huevos cocidos), fiambres y quesos, yogur, cereales, una gran variedad de panes, surtido de bollería típica del país, café y todo lo que le acompaña (mermeladas, mantequillas, infusiones). Y a demás de todo ello existe una máquina de zumos, de los que se hacen con polvos; si hubiesen tenido zumos naturales se habrían coronado. Teniendo en cuenta que la noche anterior lo único que teníamos en el estómago al irnos a dormir fueron los bocatas ingeridos en Barajas, ya que a la hora a la que llegamos al hotel no encontramos nada abierto en Praga para cenar (las cocinas por la noche cierran muy temprano), y que alguno tuvo que beberse la cerveza del minibar de la habitación para calmar la sed (el ansias de Rubén), el desayuno se convierte en pantagruélico.
Aún así a las 08.45 aún no hemos visto por el comedor a Javier y Marta por lo que abandonamos el hotel y optamos por acercarnos a la cercana torre del reloj, apenas a 150 metros del hotel. Nada más salir a la calle nos recibe una ventisca de nieve que parece avanzar malas condiciones climatológicas para el viaje, pero afortunadamente es pasajera y dura unos segundos. A través del pasaje Melantrichova se tiene uno de los accesos más bonitos a la plaza de la Ciudad Vieja, se pasa de la estrechez del callejón a la amplitud de la plaza al mismo tiempo que uno se topa de frente con el famoso reloj astronómico.
Faltan un par de minutos para que sean las 09.00 en punto, y como cada hora, se producirá uno de los ritos que más turistas congregan en Praga, el desfile de figuras que tiene lugar alrededor de la esfera del reloj. A estas horas hay pocos turistas y disfrutamos del espectáculo sin apreturas: el esqueleto tirando de la cuerda, los apóstoles desfilando, el turco agitando el brazo…..y cuando esto concluye en lo alto de la torre un hombre con atuendo de época medieval hace sonar su trompeta a los cuatro costados de la construcción.
Damos un paseo por la plaza observando la inconfundible figura de las cúpulas de la iglesia de nuestra señora Týn, el monumento a Jan Hus que ocupa el centro de la enorme plaza, la iglesia de San Nicolás, la fachada rococó del Palacio Kinských, la campana de piedra tallada sobre una de las fachadas de la plaza y todo el conjunto de edificios peculiares que conforman este incomparable espacio urbano. Algunas máquinas trabajan con frenesí para retirar la nieve acumulada antes de que la zona se empiece a abarrotar de turistas, que aunque sea invierno, siempre los hay en Praga.
Después de nuestra primera escaramuza son las 09.30 y pasamos por el hotel para reunirnos con Javier y Marta, ya listos después del desayuno. Al abandonar el alojamiento somos testigos de cómo los comerciantes han comenzado a montar los puestos de un mercado callejero en la calle Havelská, dónde aparte de souvenirs también se vende fruta fresca.
El itinerario por la ciudad vieja (Staré Město) no puede más que asombrar; allá donde se dirija la vista siempre hay una fachada, un tejado, una buhardilla, un ventanal, una estatua, una iglesia que merezca la pena ser contemplada. Llegamos a la torre de la pólvora -Praná brána- (empleada para guardar este material bélico durante el s.XIX) de dónde parte la calle Celetná, con gran cantidad de tiendas y que conduce directamente a la plaza de la torre del reloj. Al lado de esta peculiar torre se erige la inconfundible fachada de la Casa Municipal (Obecním domě) caracterizada por los frescos sobre su entrada principal.
Y desde este punto abordamos una de las áreas de la ciudad vieja con más encanto, la parte trasera de la iglesia de Týn, callejuelas estrechas y un pequeño patio (Patio de Týn) que nos hacen retrotraernos varios siglos porque da la sensación de que el decorado ha permanecido inmutable, impasible a los avatares de las centurias transcurridas.
Llegamos de nuevo a la gran plaza de la ciudad vieja por un pasadizo desde la zona antes comentada y buscamos la entrada a la iglesia de Týn, que realmente está encerrada entre edificios y a la que hay que acceder a través de la arquería que existe en su parte frontal. La entrada es libre y permite la vista de la decoración y la profusa decoración de la misma; en esta iglesia yace enterrado Tycho Hale, un notable astrónomo danés afincado en Praga que puso las bases para el posterior desarrollo de la teoría heliocentrista de Kepler.
El bullicio comienza a hacerse patente en la gran plaza, así que optamos por verla desde una posición cenital y no hay mejor manera para ello que subir a la torre del reloj. Las entradas cuestan 105 CZK y 55 CZK para estudiantes menores de 26 años que lo acrediten mediante el carnet correspondiente, por lo que sólo Alberto puede acogerse a este pago reducido. Al lado del puesto de venta de entradas existe una zona de descarga vía bluetooth con acceso a un archivo mp3 que narra la historia de la torre (en inglés o checo).
La subida se puede realizar mediante un ascensor o a pie a través de una rampa que bordea al anterior. Nos decantamos por la primera opción, no es cuestión de llegar arriba extenuados. En la parte alta existe una estancia diáfana acristalada que permite vistas de 360º alrededor de la torre y es aquí donde se protege del frío la persona ataviada con ropajes medievales que cada hora en punto y después de la puesta en escena del reloj de la torre se encarga de tocar la trompeta a los cuatro vientos.
Existe un pasadizo bastante estrecho que rodea la mencionada estancia, ya en el exterior, y que permite asomarse y observar a la gente apiñada frente al reloj esperando que las horas en punto lleguen así como el resto de la plaza y los edificios aledaños a vista de pájaro; sin duda una de las mejores formas de comprobar la fisionomía de los tejados y cubiertas de las construcciones del barrio de la Ciudad Vieja.
El descenso lo realizamos a pie, no sin antes atravesar una pequeña escalinata regulada por semáforos ya que sólo tiene anchura suficiente para albergar el paso de una persona simultáneamente: o suben o bajan, no hay espacio para la coincidencia. Nos reagrupamos en la entrada del edificio que hace las veces de ayuntamiento y de oficina de turismo y debatimos sobre lo próximo a hacer.
Optamos por recorrer la parte de Staré Město que aún no hemos pisado, callejeando hasta encontrar la calle Karlova, también imperial y magnífica dónde las haya y que alberga entro otras cosas una infinidad de tiendas de souvenirs, la entrada principal al Klementinum (complejo perteneciente a la orden jesuita), una estatua de la princesa Libussa (antepasado mítico de la dinastía Přemyslida y el pueblo checo en su conjunto que según la leyenda, fundó Praga en el siglo VIII), fachadas de edificios difíciles de dejar de observar y por supuesto el acceso directo desde el centro al puente más famoso de Praga, el puente de Carlos (Karluv most).
Antes de llegar a tan conocido lugar hacemos una parada para tomar algo y reponer fuerzas y el lugar elegido es el Restaurace U Knihovny (http://www.uknihovny.cz/). Los que aún no han estado en Praga tienen su primera toma de contacto con la cerveza servida en vasos de medio litro y con las sopas calientes, tan necesarias para mantener el calor corporal en esta época invernal. Y también asistimos al primer intento de cobro de propina de manera indebida; han visto que somos turistas y añaden un 10% a la cuenta. Basta con explicar amablemente al camarero que el abono de esa cantidad no es obligatoria para que nos cobren la cantidad correcta.
Cruzar paseando el puente de Carlos es una de esas cosas que se podría hacer cientos de veces en la vida sin llegar a cansarse de ello. El puente, custodiado en ambos estribos por dos torres colosales está adornado con figuras de piedra que acompañan al paseante en su periplo de un extremo a otro. Es un lugar muy concurrido y esto es aprovechado por los dibujantes y vendedores de láminas para ofrecer sus productos a los turistas. Desafortunadamente durante el día de hoy un fuerte viento se deja notar en la plataforma del puente y el paseo es más rápido de lo que nos hubiera gustado por la desapacible sensación que tenemos debido a los condicionantes meteorológicos.
Si el extremo del puente que da a la Ciudad Vieja es espectacular la visión que tiene el paseante al llegar al estribo de Malá Strana (Ciudad Pequeña) no se queda a la zaga con el castillo de Praga y la catedral de San Vito coronando el mencionado barrio. Nos dirigimos hacia el norte (en dirección contraria a la isla de Kampa) para buscar el Museo Kafka y su escultura de “los meones” y las que quizá sean las mejores vistas del puente, justo desde la zona de la orilla del Moldava que pertenece a dicho museo. Al abandonar el área y retornar hacia el puente hacemos un alto en el camino para echar un vistazo a la calle más estrecha de Praga (Čertovka), que a nuestro paso permanece clausurada con una verja metálica seguramente porque el restaurante al que da acceso se encuentre en esta época cerrado. La calle es tan estrecha que es difícil que dos peatones se crucen en ella por su angostura, y el tráfico de paseantes (cuando está abierta) se regula mediante semáforos.
Es prácticamente la hora de comer (según nuestro horario español) así que localizamos un restaurante marcado en el listado de nuestras preferencias y nos dirigimos hacia él; el paseo nos lleva por la calle Mostecká hasta la plaza de Malá Strana y desde ahí buscamos la calle Tržiště hasta que un lento caminar por el suelo empedrado nos conduce al Baráčnická rychta (http://www.baracnickarychta.cz/en/), un local para no fumadores y en que logramos sentarnos con fortuna porque casi todas las mesas están llenas o reservadas.
El ambiente es acogedor, con enormes y potentes radiadores caldeando una atmósfera caracterizada por las mesas y paredes de madera y por un infatigable camarero que se afana por servir las mesas con rapidez. En este local probamos la sublime cerveza Svijany (http://www.pivovarsvijany.cz/) de tirador en sus diferentes variedades: rubia (Svijanský Máz), turbia de trigo (Kvasničák), negra con sabor a caramelo (Svijanská Kněžna) y degustamos un menú consistente en una sopa caliente de primero y de segundo cerdo con guarnición o queso frito. Nos divertimos durante la comida viendo ir y venir al incansable camarero que ha de atender a todas las mesas del local, tirar la cerveza en la barra y hasta preparar los cafés, haciendo gala de un sprint corto propio del mejor velocista de 100 metros. Se ha ganado por nuestra parte el cariñoso apelativo de “el figura” y salimos contentos del local, la comida ha cumplido las expectativas y la cerveza, seguramente una de las mejores de tirador que hayamos probado.
Al retornar a la calle Karmelitská entramos en el primer local que vemos para tomarnos un café (May es muy cafetera y no puede perdonarlo después de las comidas principales), con aspecto de ultramoderno y fashion (Creme Caffé Il Balcone), pero resulta ser una equivocación, porque el chocolate que pedimos es muy claro y poco dulce y además su precio no es nada económico. Y como colofón la camarera se cobra la cuenta sin traernos la vuelta, que aunque sólo sean 3 CZK debería haber retornado a la mesa. Es lo que sucede por improvisar, a veces se acierta y otras no.
Va siendo hora de pensar en volver al hotel porque tenemos planes para más tarde y lo hacemos caminando por la calle Karmelitská, paralela al río Moldava para luego cruzarlo sobre el puente (Most Legií) que va a llevarnos justo al edificio del Teatro Nacional, no sin antes detenernos en una pastelería de camino, que vende repostería típica y unos magníficos y calóricos bollos rellenos de crema y mantequilla que hacen las delicias de los más golosos. Aunque pasaremos más veces por delante de él durante nuestra estancia en Praga, para los que lo ven por primera vez es obligatorio detenerse y quedarse obnubilado por la arquitectura del edificio del Teatro Nacional (Národní Divadlo); sólo puede recibir calificativos de admiración por cualquiera que lo contemple.
Paramos en el hotel el tiempo justo para recoger los productos alimenticios que hemos de entregar a Isabel y que constituyen la remesa remitida desde Madrid de parte de sus padres. La idea es tomar un tranvía en Náměstí Republiky que nos lleve a las inmediaciones del Tesla Arena, complejo deportivo dónde el equipo de hockey hielo del HC Sparta de Praga (el segundo en importancia de la ciudad) celebra sus partidos. Buscamos el tranvía 8 que es el que nos ha indicado Isabel pero su ruta no figura en la parada, después de llamarla y preguntar a una chica nos enteramos de que hay obras en el otro lado del río, y que el itinerario del 8 se encuentra cortado. Analizada la situación optamos por caminar 10 minutos y desde allí tomar el metro (línea C, roja) hasta Nádraží Holešovice, relativamente cerca del Tesla Arena.
Llegados a la estación hacemos una escaramuza para ubicar las dársenas desde dónde parte el bus que al día siguiente nos llevará a Terezín, tenemos comprados los billetes para el de las 08.00 y no queremos perderlo. Gracias a un mapa de la zona al final conseguimos detectar el paso subterráneo que conduce a la estación de superficie de autobuses, justo al lado de la vía férrea y todo ello bajo una súbita tormenta de nieve que lanza sobre nosotros copos de tamaño considerable, pero que por fortuna apenas dura 5 minutos.
Siguiendo de nuevo el mapa en 10 minutos estamos en el Tesla Arena, donde la impaciente Isabel nos espera junto a Matt y Paul, un amigo de ambos. El partido comienza a las 18.30 y no habíamos caído en que los controles de seguridad ubicados a la puerta del estadio no permiten el acceso con botellas de aceite, latas de atún y demás viandas; tenemos que dejarlo todo dentro de una mochila en la consigna anterior a los tornos y por la que hay que pagar 5 CZK.
Las entradas para este tipo de eventos se pueden adquirir directamente en la web del club (http://www.hcsparta.cz/) aunque en nuestro caso fue Isabel la que se encargó de gestionarlas en las taquillas del estadio, a un precio de 115 CZK. Las localidades están cerca de la pista que nos proporciona una visión de espectáculo hollywoodiense en cuanto accedemos a ella, con música potente y efectos de luces para recibir a los jugadores mientras en uno de los fondos las animadoras cumplen con su cometido. Hoy se enfrentan el equipo local HC Sparta de Praga, apoyado por sus seguidores y su mascota (un muñeco con atuendos de espartano), y el equipo visitante el PSG Zlín.
Matt, Isabel y Paul nos explican someramente algunas de las normas básicas del juego porque es la primera vez que asistimos a un evento de este tipo y ciertamente se trata de un juego dinámico, entretenido, agresivo y muy físico como así se deduce de los cambios múltiples entre jugadores y de la extensión de ambos banquillos de suplentes. Los partidos se estructuran en tres tiempos de 20 minutos a reloj parado con intermedios de 15 minutos que son aprovechados por los aficionados para acudir en masa a los puestos de venta de cerveza, perritos calientes y patatas fritas ubicados en las tripas del estadio.
Y es que ciertamente la temperatura dentro del recinto no es muy alta (6 grados centígrados) y eso hace que ingerir calorías vía alimentos y cerveza sea la forma idónea para mantener el calor corporal. A medida que avanza el partido gana en tensión y nuestra posición en el graderío, próxima a la hinchada visitante, convierte en más animado el devenir del encuentro. Finalmente es necesaria una prórroga que se dilucida con un “gol de oro” en contra de los locales. Ha sido una experiencia entretenida y así lo comentamos a la salida del estadio.
Nos despedimos de Paul y el resto nos encaminamos hacia un local cercano, conocido por Matt e Isabel, para tomar algo de picar acompañando a unas cervezas. Se trata de una de las sucursales que tiene en Praga la cadena Bohemia Bagel (http://www.bohemiabagel.cz/locations.php#holsovice), en concreto ubicada en Dukelských hrdinu 48, un sitio moderno dónde poder tomar una ensalada, hamburguesas (muy buenas) o simplemente unas alitas de pollo para servir de acompañamiento a las Gambrinus o Pilsner Urquell.
Nos despedimos de Matt e Isabel en su parada de tranvía y andamos unos metros hasta llegar a la cercana estación del suburbano de Vltavská (línea roja), y después de un transbordo y escasos minutos arribamos a Muzeum lo que nos permite salir a la superficie justo al lado del edificio del Museo Nacional; desde aquí hasta el hotel el paseo es agradable recorriendo la amplia e iluminada Václavské náměstí. Nos emplazamos a las 07.20 del día siguiente en el hotel, preparados para salir, la jornada se presenta muy apretada.