domingo, 15 de abril de 2012

CONOCIENDO ČESKÝ KRUMLOV

Sábado, 18 de febrero de 2012

El desayuno es la comida más importante del día y algunos incluso esperan que llegue la hora de levantarse para cumplir con el ritual diario, hay otros que simplemente no pueden estarse quietos. Sea de una u otra manera nos juntamos temprano en la cocina la mitad del grupo y para nuestra sorpresa no hay café ni filtros (nos habían asegurado que la casa disponía de estas cosas) así que después de desayunar convenientemente optamos por buscar una cafetería en el pueblo y de paso comprar las cosas que hemos echado en falta.


De camino al centro del pueblo localizamos un pequeño supermercado justo al cruzar el puente sobre el río, en dirección a la plaza. El día ha amanecido con un sol radiante y pronto aprendemos una lección; en estas circunstancias se debe caminar por el centro de las calles para evitar los montones de nieve que la subida de temperaturas descuelgan de los tejados. La señal de alarma nos la da el susto que se lleva un turista que escapa de una enorme bola de nieve desprendida de puro milagro. Pasamos por la oficina de información turística de la ciudad, situada en la plaza del pueblo, para obtener un mapa del lugar y preguntar por el programa de eventos del fin de semana durante el carnaval.


Al salir del punto de información Óscar, Fátima, Rubén, May y yo decidimos entrar en el moderno café Vlašský dvů (http://www.vdck.cz/cafe.php). En el local hay un nutrido grupo de jóvenes, que resultan ser estudiantes americanos según nos comenta una chica española que se acerca a nuestra mesa deseosa de entablar conversación con alguien que entienda su idioma. Al parecer están de visita en Český Krumlov con su universidad y el día anterior tuvieron el privilegio de que les abrieran las dependencias interiores del castillo que permanecen cerradas durante la época invernal.

De vuelta a la pensión entramos en el pequeño supermercado que habíamos divisado con anterioridad; es regentado por asiáticos y los precios son un tanto elevados, sobre todo en productos de procedencia no checa. No encontramos filtros pero compramos café y papel de cocina, se puede improvisar con este papel resistente un filtro casero y seguro que nos sirve para preparar la negra bebida. A la vuelta a la pensión la facción dormilona del grupo ya está activada y dando buena cuenta del desayuno o bien navegando con la wifi de la casa y el PC puesto a disposición de los huéspedes de manera gratuita.

Salimos de la pensión dispuestos a disfrutar del magnífico día que tenemos y poder recrearnos con las vistas de la ciudad nevada, del río helado y sobre todo de la poca cantidad de turistas que nos encontramos, a pesar de ser fin de semana de carnaval. Český Krumlov es una ciudad checa declarada en la lista de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Se encuentra en la Región de Bohemia Meridional. Es la antigua capital de la región de la rosa de cinco pétalos de los Rosenberg, la nobleza más rica e influyente del país. Después a esta familia le sucedió Julio de Austria, de la dinastía Habsburgo, los Eggenberg y por último los Schwarzenberg. La construcción de la ciudad y su castillo comenzaron en el siglo XIII, a ambas orillas del río Moldava, entre algunos de sus numerosos meandros flanqueados por abundante vegetación.


La plaza central es el corazón del pueblo y se posiciona tranquila en el centro de la superficie que el río abraza con sus meandros. Para llegar al castillo hay que atravesar el río y desde la zona del pueblo se tienen las vistas más espectaculares de la construcción, que se eleva sobre un farallón de piedra de gran altura. La torre multicolor ejerce de eterno vigía de la población y concede al castillo y su fortificación un halo de poder.



El castillo dispone de un foso en el que suelen juguetear osos pardos en verano, pero que en esta época hibernan por lo que no pueden ser vistos. Al pasar la muralla defensiva un primer patio de armas recibe a los visitantes con cañones y otros objetos de época y desde aquí un rampa de gran inclinación recorre un pasadizo construido sobre el enorme farallón de roca que antes hemos tenido ocasión de ver desde otro ángulo. Las vistas que esta posición privilegiada depara sobre la ciudad son espectaculares, como una postal de las que se envían en Navidad, con un paisaje de pueblo nevado. Incluso uno se llega a plantear que la imagen que contempla es real o está sacada de un fondo de escritorio de ordenador.


Nos recreamos con la fotografía de las panorámicas que nos ofrece la posición privilegiada de varios miradores situados sobre la muralla. Los más inquietos ascienden por una empinada rampa que bordea el muro que delimita los jardines reales (cerrados también durante el invierno) hasta llegar a una de sus entradas dónde se puede echar un vistazo a través de la verja metálica que actúa a modo de puerta. En teoría la torre del castillo y el museo están abiertos para los visitantes en estos meses de invierno, pero después de intentar el acceso nos encontramos con un cartel que indica que cierran durante el día de hoy, suponemos que se deberá a la festividad del carnaval.



Abandonamos el recinto del castillo para pasear por las calles de la población ya que la ciudad presenta edificios con arquitectura medieval gótica, renacentista, y barroca que son dignos de ser observados. Otra actividad que llena nuestro tiempo es perderse por las intrincadas callejuelas en las que uno parece estar pisando un área que no ha sufrido cambios en los últimos cinco siglos. Es poco más de la 1 de la tarde pero el personal empieza a estar hambriento, debe ser que nos hemos acostumbrado a los horarios checos o bien que somos unos glotones sin solución (me inclino por la segunda opción).

Elegimos un local llamado U Dwau Marii - Two Marys (http://www.2marie.cz/8/en/normal/what-our-predecesors-used-to-eat/) que dispone de varios comedores en la planta alta con vistas al río. En verano tiene que ser una delicia comer en las terrazas de madera mientras se es testigo del bullicio de las canoas que surcan las aguas del Moldava. El interior del caserón que alberga el restaurante deja bien a las claras la antigüedad del edificio con sus techos y escaleras de madera oscura. Disfrutamos de una buena comida amenizada con música de tipo medieval y en la tranquilidad de una pequeña sala que ocupamos por completo y que parece hacer las veces de reservado.


En teoría a las 14.00 había previsto un acto de máscaras de carnaval en la plaza del pueblo, se nos ha pasado la hora aunque intentamos sin éxito presenciarnos en el lugar para comprobar si aún podemos ver algo. No hay suerte, parece que la concentración carnavalesca se ha disuelto. Mientras algunos adquieren souvenirs en tiendas aledañas a la plaza otros que permanecemos en la calle divisamos la llegada de lo que parece un grupo de carnaval, ataviado con disfraces. Una multitud se congrega alrededor del colorido grupo que hace una parada justo en el lugar en el que nos encontramos, ofreciendo snacks salados y vino a todos los presentes. Acabamos de comer pero no podemos rechazar el ofrecimiento.


Vemos cómo la comitiva carnavalesca se aleja mientras hacemos cábalas para elegir un sitio donde tomar un café. No tenemos que andar demasiado, justo al lado del restaurante en el que acabamos de comer se encuentra Laibon (http://www.laibon.cz/cz/), un lugar en el que se sirve café, té, chocolate y repostería. Sentados en la planta baja y con los ventanales deparando magníficas vistas sobre las gélidas aguas del Moldava charlamos mientras saboreamos cafés con caramelo y nata o un exquisito pudding de arroz, entre otras cosas.


Después de la parada continuamos el paseo por las calles medievales de Český Krumlov, y en esta ocasión nos dirigimos hacia el barrio de Latrán, para lo que cruzamos el puente sobre el río, justo debajo de la torre del castillo. El número de turistas se ha incrementado a estas horas, es de suponer que provenientes de excursiones organizadas principalmente desde Praga. Recorremos el camino que la anterior noche hicimos para llegar a la cervecería pero esta vez a la luz del día para poder recrearnos con las preciosas casitas, con su arquitectura, con sus colores, con los recovecos de las calles….


Nos encontramos de nuevo en la fábrica de cerveza, en busca de los grupos caracterizados para el carnaval, que supuestamente según indicaciones de la oficina de turismo, deberían estar aquí, pero no vemos ni rastro de ellos. Ya que estamos aquí aprovechamos para informarnos del horario de visitas guiadas a la fábrica a la que queremos asistir al día siguiente y compramos en la tienda de Eggenberg (http://www.eggenberg.cz/index.php?page=produkty&lang=en) unas cuantas cervezas para tomárnoslas en casa tranquilamente, antes de la cena. Rubias y negras, producidas por la fábrica existente en el pueblo, en botellas de cristal de medio litro a un precio de 20 CZK cada una de ellas (0,80 euros).

De vuelta a la pensión Matt y yo paramos en un restaurante con el objetivo de hacer una reserva para la cena, el dueño nos transmite que lleguemos a las 21.00, puntuales, porque luego el local se llena con la actuación de música en vivo que hay programada y la cocina no da abasto. Unos cuantos regresamos a la pensión a descansar, navegar por internet, jugar a las cartas y tomarnos unas cervezas. La mayor parte de las chicas optan por permanecer un rato más en los alrededores de la plaza curioseando en las tiendas. Al llegar a la pensión nos damos cuenta de que la nevera es demasiado pequeña para refrigerar tanta cerveza, menos mal que tenemos a nuestra disposición montones de nieve en el patio frontal de la casa: refrigeración natural a nuestro servicio.



Llegamos a la hora acordada a Cibanska Jizba - The Gypsy Tavern (http://www.outsideprague.com/cesky_krumlov/gypsy_bar.html) y nos sorprende encontrar el local vacío pero resulta ser una ventaja porque el dueño al recibirnos permite que elijamos dónde sentarnos así que nos decantamos por una especie de reservado separado del comedor principal por un muro con grandes huecos que nos permite divisar la estancia anexa. Al poco rato llegan los músicos, un grupo de hombres y un niño que interpretan temas del folclore gitano, a medida que el local se va llenando de gente. Ahora entendemos las palabras del dueño de la taberna al advertirnos de la posible saturación de la cocina durante la cena, porque tardan en servirnos la comida una hora, cosa que no nos importa porque disfrutamos de la algarabía y de la atmósfera creada por los músicos mientras charlamos animadamente y nos tomamos unas cervezas. Todos quedamos conformes con la calidad de los platos elegidos entre los que destacan: el goulash al estilo gitano, la pieza de solomillo, el pollo y el pavo. El precio, en la media, unos 9 euros por cabeza, y hemos bebido mucha cerveza Eggenberg en sus tres variedades; rubia, turbia y negra.


A las 23.30 abandonamos la fiesta que se ha organizado en la taberna gitana para retirarnos a descansar, aún así hay algunos que tienen ánimos para beberse alguna cerveza más antes de dormir mientras juegan unas manos de póker.

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