domingo, 15 de abril de 2012

TRASLADO A PRAGA, LLEGADA A LA CIUDAD

Martes, 14 de febrero de 2012

Entre las cosas más tediosas a la hora de organizar un viaje figura, sin ningún género de dudas, la logística del desplazamiento al aeropuerto. Esta vez conseguimos engañar a un par de familiares que nos trasladan en vehículo particular hasta la Terminal 1 del aeropuerto de Barajas. El tráfico en Madrid es imprevisible por lo que nos personamos con suficiente antelación para realizar la facturación, que se convierte en un trámite fugaz y que apenas nos lleva dos minutos. Volar con compañías lowcost, como es el caso de WIZZAIR, supone que se paga por maleta facturada y en el caso de este compañía con un peso máximo de 32 kilos. Contábamos con este detalle por lo que compramos los billetes con un bulto para cada dos personas con el objeto de reducir costes y habiendo hecho esa misma semana la facturación online y la impresión de las tarjetas de embarque con antelación ya que en caso contrario te cobran 10 euros si las sacas directamente en mostrador.

Rellenamos el tiempo tomando un café y unos bocatas traídos desde casa en uno de los bares situados antes de los arcos de seguridad que hace ya algunos meses cuentan con controles más estrictos que nos obligan a descalzarnos. El vuelo parte con 20 minutos de retraso y tiene una duración estimada de 3 horas y 10 minutos. El interior del avión es moderno y funcional aunque la estrechez de los asientos es manifiesta, menos mal que el vuelo no es de muy larga duración.


Sobre las 00.05 aterrizamos en el aeropuerto de Ruzyně en la capital de la República Checa y un autobús de transporte nos acerca a la terminal, en el trayecto podemos constatar dos circunstancias: el frío se deja notar pero no es tan extremo como algunos esperaban y hay restos de nieve sobre el pavimento y campos cercanos. El aeropuerto está casi desierto a estas horas por lo que recoger el equipaje resulta muy ágil. En el vestíbulo de llegadas nos espera el conductor de la empresa con la que tenemos contratado el traslado hasta al hotel ya que en estos horarios el transporte público está muy limitado. Le pedimos que nos espere mientras retiramos efectivo de los cajeros automáticos ubicados en el propio vestíbulo. En menos de dos minutos hemos cargado los bultos en la minivan y arrancamos hacia el centro de la ciudad.



El trayecto es fluido, a estas horas no hay tráfico y departimos en inglés con nuestro conductor sobre temas diversos, uno de ellos las temperaturas. La semana pasada los termómetros llegaron a marcar 15 grados bajo cero, miramos el display electrónico del salpicadero de la minivan y comprobamos que la temperatura ambiente actual es de menos 2 grados, nada anormal para las fechas del año en las que estamos, pleno invierno.

A estas horas la iluminación de los principales edificios de Praga se encuentra apagada por lo que resulta imposible contemplar la grandiosidad de alguno de ellos aunque el castillo recorta visiblemente su silueta sobre la noche praguense, en lo alto de la colina. La minivan nos deja en la propia puerta del Hotel Melantrich (ver capítulo Preparativos antes del Viaje), a estas horas no hay problemas para circular incluso por zonas que habitualmente son peatonales.

Después de dejar una propina al conductor por su buen servicio procedemos a localizar la entrada al hotel cuya recepción funciona las 24 horas y a la que se accede desde el portal de un bloque de viviendas por lo que nos toca cargar las maletas y bolsos unos cuantos escalones. Una vez cumplimentados los formularios de entrada y de repartirnos las habitaciones sólo nos queda irnos a descansar aunque previamente fijamos la hora de salida del día siguiente: las 09.30 de la mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario